Los pendientes como joya aparecieron hace más de 7.000 años en Asia. En esa época, en diferentes continentes, estos productos tenían diferentes significados y eran usados tanto por hombres como por mujeres. Por ejemplo, para los antiguos egipcios, usar aretes simbolizaba el estatus en la sociedad: eran un signo de riqueza y nobleza de la familia.
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En la antigua Roma, sólo a los esclavos se les perforaban los lóbulos de las orejas, y llevar anillos en las orejas era un signo de clase baja. Los hombres griegos que tenían esta distinción eran considerados corruptos y vendían sus cuerpos a los ricos, pero las damas nobles en Grecia usaban aretes hechos de perlas o piedras preciosas, enfatizando su alto estatus social.
Los comandantes más valientes del ejército de César tuvieron el gran honor de perforarse los pezones y adornarlos con aretes. Durante las excavaciones de tumbas egipcias se descubrió una gran variedad de objetos de oro y plata decorados con piedras preciosas.
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Las mujeres de Asiria, China, India y otras civilizaciones antiguas usaban joyas hechas con zafiros, rubíes y esmeraldas.
Durante la era de la Santa Inquisición, la popularidad de la perforación de orejas disminuyó un poco.Por temor a la persecución de la iglesia y a órdenes secretas, muchos residentes simplemente dejaron de perforarse los lóbulos. Sin embargo, también hubo quienes cometieron este acto a propósito.
Así, por ejemplo, en las familias gitanas se ponía un pendiente en la oreja del único hijo. Los ladrones perforaron el lóbulo, demostrando desobediencia a las autoridades y a Dios. Los piratas que capturaron otros barcos también decoraban sus orejas y les insertaban pequeños pendientes, uno para cada barco. Los artilleros de los barcos piratas llevaban joyas enormes para taparse los oídos durante la batalla. De hecho, para los piratas, llevar un pendiente en la oreja era una cuestión de honor que no todos los ladrones recibían. Para ganarse el derecho a llevar este accesorio, un marinero no sólo tenía que demostrar coraje y valentía, sino también convertirse en un "lobo marino conquistador de las profundidades". Habitualmente la prueba consistía en cruzar el ecuador o conquistar el famoso Cabo de Hornos.
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Durante el Renacimiento, se reanudó la moda de las joyas para las orejas, aunque no hubo una derogación oficial de la ley eclesiástica. Ya no se perseguía el uso de pendientes, como se ve claramente en el retrato de Enrique III de Valois, cuya oreja derecha está decorada con un anillo.
En la antigua Rusia, los hombres también llevaban pendientes. En aquella época, el coste de las joyas podía determinar la clase a la que pertenecía una persona concreta. Así, los pobres y los trabajadores llevaban un accesorio de cobre o bronce, y los artesanos y comerciantes ricos compraban artículos de plata y oro.
Durante el reinado de Pedro el Grande, los pendientes ya no se usaban porque no eran visibles bajo las enormes pelucas largas que adornaban las cabezas de hombres y mujeres en la corte. Pero los siervos de esa época estaban obligados a usar estos productos para que todos pudieran ver que tenían dueño.
Bajo Pablo I, hijo de Pedro y Catalina la Grande, un pendiente tenía un significado mágico para los marineros y el personal militar y protegía al soldado de las balas y las desgracias, especialmente si lo regalaba su amada dama.
Hoy en día, los pendientes son usados principalmente por mujeres y estos accesorios están hechos de una variedad de materiales, desde bisutería hasta metales caros y diversas piedras preciosas.
El coste de los pendientes más caros del mundo es de 57 millones de dólares. Esta obra maestra de joyería fue vendida en una subasta en Ginebra a un comprador desconocido. Este increíble precio se debe al hecho de que las joyas tienen incrustaciones de enormes diamantes en forma de pera en colores azul y rosa.
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